Y tú, ¿cuántas máscaras tienes?
Como seres humanos, una de nuestras necesidades básicas es crear vínculos y sentir la pertenencia a un grupo. Para adaptarnos en cada ambiente establecemos diferentes roles, creando así personajes.
Estos personajes internos, con sus propias máscaras, van apareciendo según las circunstancias en que vivimos, según nuestras emociones, pensamientos y acciones que se nos despiertan al relacionarnos en determinados círculos o con determinadas personas.
Algunos de estos personajes nacen en nuestra zona menos sana y los usamos sin darnos cuenta para poder funcionar en el mundo. Son creados por nuestro ego, como mecanismos de protección ante la vida, adoptando actitudes que no nos benefician sino que más bien nos debilitan.
El/la «niñ@ buena@», el/la «salvador@», el/la «rompecorazones», el/la «ayudadora», el/la «rebelde», el/la «sufridora»…
Con el tiempo, estos personajes se van consolidando hasta que acabamos identificándonos con ellos. Los usamos para encajar, para cumplir con lo que creemos que se espera de nosotros… pero en realidad ocultan parte de nuestro ser, de con nuestro sentir más real, porque esconden aquel niñ@ herid@ que un día fuimos, y que sigue intentando ser visto y querido a través de actitudes que le funcionaban en la infancia, pero que en la edad adulta ya no tienen sentido.
Para liberarnos de éstas máscaras, será necesario tomar conciencia de que las llevamos puestas y conocerlas en profundidad, identificando a qué responden: para qué sirven, qué ocultan, qué nos ayudan a conseguir y también a evitar…
Éstas técnicas son herramientas de introspección que nos ayudan a poner conciencia, a redescubrir quiénes somos. Se pueden utilizar tanto en sesiones individuales como grupales de Arteterapia así como en practicas de teatro terapéutico gestáltico.
El trabajo de autoconocimiento nos permite liberarnos de nuestro ego para estar más en contacto con la parte sana y genuina que llevamos dentro.
“Cuando llevas una máscara tanto tiempo, te olvidas de quién eras debajo de ella”. Alan Moore