Como artista escondida, estas sesiones con meditación, baile y pintura me ayudó a comprender que lo que sentía era real, a veces estaba tanto en mis propios pensamientos que el hecho de ver que mi cuerpo expresara sentimientos de los que no era consciente ayudó a comprenderme, a aceptarme y a iniciar el camino de la autoconfianza. Cada clase estuvo llena de detalle, cariño y dedicación, escucharnos sin juzgar creó un fuerte lazo de confianza entre todos los participantes. De ese trabajo personal han salido piezas de arte muy valiosas y, sobretodo, he dejado de esconder a mi artista interior, sigo trabajando en ello pero ahora con la conciencia de que dejar SER a mi artista interior es SER feliz.